Nadie duda de que existen muchos ritos de iniciación en las sociedades: el primer diente, la primera palabra, el primer día de clases (en algunos casos como el mío, el primer aplazo del nene), la primera noviecita, etc. En general (si no siempre), son un signo de que la persona ha entrado a un nuevo ámbito en su vida, a un nuevo mundo que a partir de ese momento, compartirá con otros millones de seres humanos.
Quisiera referirme en esta ocasión a uno de esos ritos, uno que parece ser muy importante en nuestra sociedad. Hablo del de hacerse hombre. A diferencia de muchos (como mi querido Próspero) me gustaría decir que Giuseppe Gaveta se sintió hombre el día en que el señor de la foto le recordó que aún era un niño.
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